viernes, 11 de noviembre de 2016

Un incentivo para aprobar: la formación posterior

Cuando empecé a opositar veía, en notariosyregistradores, en El Notario del Siglo XXI y en otras publicaciones parecidas, cómo los notarios tenían, tienen, simposios, congresos, jornadas, ponencias, mesas redondas, encuentros, cursos y charlas de todo tipo. Veía entonces (y he comprobado ya) como, con cada reforma legal, aparece una guarnición de comentarios y formularios disponibles tanto en papel como online, en internet y en la intranet. Esto es muy ventajoso respecto a mi experiencia como abogado, en la que tuve la sensación de que cada uno hacía la guerra por su cuenta, acudiendo donde buenamente pudiera.

Hay varios factores que explican esta mejor (al menos, más cómoda) formación en el ejercicio profesional. Por ejemplo, los temas que preocupan a los notarios son más homogéneos que los temas que preocupan a los abogados. Así, los intereses de un experto en IVA no tienen nada que ver con los de un abogado LOPD. Sin embargo, en el mundillo notarial, a todos nos interesan hoy las novedades en la jurisdicción voluntaria, legislación hipotecaria y sucesiones con elemento internacional. También hay muchos menos notarios que abogados así que es probable que sea más sencillo para los colegios coordinar sus acciones formativas. Por otro lado, la competencia entre notarios es menos intensa y sospecho que no nos preocupa, por regla general, que otro notario utilice nuestros modelos (que, por otro lado, no suelen ser exclusivamente nuestros).

Noto también una diferencia en el nivel de los ponentes y autores. Es indiscutible que hay abogados que me han dejado con la boca abierta, aunque mis autores favoritos son los catedráticos que se dedican al ejercicio profesional (tienen contacto con la realidad, hablan con conocimiento y no suelen preocuparse por los callos que pisan). No obstante, también he asistido a muchas charlas de mercachifles, más interesados en generar contactos ("prospects") que en preparar una charla decente. Impartir cursos es una forma de darse a conocer, de crear una imagen de marca y de "posicionarse" en el mercado, pero esto ha llevado a algunos a dar charlas en cualquier sitio, a cualquier audiencia, sobre cualquier cosa.

Creo que una oposición dura minimiza esos dos efectos perversos: por un lado, supone un filtro que deja fuera al simple charlatán; por otro, es posible que un funcionario del grupo A no sienta tanta necesidad de impresionar a su audiencia.

Para acabar con los aspectos positivos procede comentar que en la formación con presencia física hay reencuentros entre compañeros (¡compañeros de pasillo!), miembros del tribunal o de salas en las que uno tomó posesión o se examinó. Esto tiene su gracia.

Lógicamente, hay "oportunidades de mejora" en la formación notarial. Algunas ya se plantean, como la creación de una escuela notarial para recién aprobados o la reforma de las oposiciones entre notarios. Otras cosas me parecen inevitables, como el sesgo profesional a favor de la función ("no va Drácula a criticar a los vampiros", que dijo aquél).

En cualquier caso, yo en este punto estoy encantado. Tengo muy reciente una muy buena experiencia en Notartic, pero también venía muy contento de los cursos a los que he ido sobre la reforma de la Ley Hipotecaria. En general, percibo un sano clima de colaboración cuando comento con cualquier notario u oficial cómo abordar un problema.

Por eso quería dejar constancia aquí de que aprendo más y me lo paso mejor en la formación que recibo ahora, como notario, que en la formación que recibía antes, como abogado, tanto en un despacho grande como en el ejercicio individual. Esto me parece un motivo adicional para preparar oposiciones, no el principal, pero sí uno que casi nunca se menciona.

Ánimo.